Bailando sobre la tumba, Nigels Barley. Ed Anagrama.

2. Antes y después de los hechos. (Fragmento)






“Es frecuente que otras culturas vean el cuerpo como un receptáculo abierto formado por fuerzas mucho más complejas que las que abarca la simplista división occidental en cuerpo y alma. Una persona existe donde coinciden temporalmente una identidad y un cuerpo, pero pueden añadirse o perderse componentes, o crecer y menguar. Nuestra invención de términos como “identidad social” sencillamente pretende generalizar la división occidental del mundo en lo material y lo inmaterial, y aunque sea útil para comparaciones simples, a menudo violenta el pensamiento de otros (…) Los Samo del Alto Volta enumeran al menos doce componentes del ser humano que resultan difíciles de incluir en cualquiera de las dos categorías. Los fang del Gabón tiene siete almas, los dogon de Malí ocho de ambos sexos, e incluso comparten alma con sus compañeros de bromas, sus vecinos los bozo.

Los avatip también tienen una versión de la constitución humana que se resiste a cualquier clasificación simple. Consideran que el “espíritu” de un hombre comienza como una energía vital más o menos neutral. Mediante una transformación ritual, se hace cada vez más autónoma, concreta y peligrosa, hasta que, entre las personas mayores, se aloja en una bolsa de malla, que se guarda en casa salvo para las ocasiones rituales, algo que pueden ponerse en los momentos apropiados pero mantener en lugar seguro en otros(…) 
Cada uno de nosotros lleva un animal adentro. Casi todo nuestro ADN lo compartimos con formas de vida muy inferiores. La humanidad no es otra cosa que un añadido tardío en los márgenes del anteproyecto. Este punto de vista está presente en campos tan diversos como la etología (la noción según la cual el hombre es un simio mejorado), la psiquiatría (la noción de que en nuestro interior existen deseos salvajes pugnando por escapar de la coraza civilizada) y los estudios estratégicos (la noción de que la guerra y la agresión son inherentes a la condición humana). Todos ellos pueden considerarse variantes del totemismo, la idea, compartida por muchos pueblos, de que las relaciones entre animales son una buena manera de reflexionar sobre la condición humana (…) Los indios chamula de México sostienen que todo el mundo tiene tres almas. Una se encuentra en la punta de la lengua y está relacionada con la vela celeste que determina previamente la duración de su vida. Las otras dos son almas gemelas compartidas con animales que viven en corrales celestiales y en las montañas. Los ricos y poderosos tiene como gemelos a jaguares y coyotes. Las gentes de rango inferior tiene como gemelos a zarigüeyas y ardillas. Los animales luchan y los débiles pueden ser atacados por los fuertes, que pueden tener como gemelos a hechiceros. A su vez, los animales pueden escapar del corral o ser vendidos al dios de la tierra, o pueden morir por los disparos de cazadores ignorantes. Todas estas cosas hacen enfermar al compañero humano e incluso llegan a matarle. De ahí que la muerte no provoque la pérdida del alma. Es la pérdida del alma lo que provoca la muerte.”