RIMBAUD EN ÁFRICA, Charles Nicholl. 29 de Febrero



”pour rappeler ma figure (...) je est un autre”





"Heme aquí sobre la playa armoricana. Que las ciudades se iluminen en la noche. Mi jornada está hecha; dejo Europa. El aire marino quemará mis pulmones; los climas perdidos me curtirán. Nadar, triturar la hierba, cazar, fumar sobre todo; beber licores fuertes como el metal hirviente, - cómo hacían esos queridos antepasados alrededor de las hogueras.
Volveré con miembros de hierro, la piel sombría, el ojo furioso: por mi máscara, se me juzgará de una raza fuerte. Tendré oro; seré vago y brutal. Las mujeres cuidan a estos inválidos cuando vuelven de los países cálidos. Me mezclaré en los asuntos políticos. Salvado.
Ahora estoy maldito, la patria me horroriza. Lo mejor es dormir bien borracho sobre la arena." A.R



Devorado “Rimbaud en África” y completamente satisfecho con este libro “de intensidad casi cinematográfica”, hibrido de  ensayo,  bitácora de viajes  y  novela histórica.
A partir de su lectura se Redimensiona   al  poeta de la bohemia simbolista francesa que la literatura  oficial ha embalsamado  en viñetas estáticas y la cultura popular convirtió en proto-rock star,  y se descubre a un ser  más entrañable y cercano:  al huraño y contradictorio  Abdoh Rimbo africano  de los tres autorretratos  fantasmales, al Rimbaud Que renegó de sus escritos como frivolidades  juveniles, al asceta que cambio la absenta por un puñado de millo para masticar mientras  guiaba su recua de mulas; Al autor de las notas periodísticas destinadas a desinformar a la Francia culta sobre África, de los satíricos retratos de expatriados europeos y su política colonial,  de los artículos etnográficos para la sociedad de geografía francesa .
Charles Nicholl retrata en su texto a un Rimbaud poseído por una visión profética que volcó en las páginas arrancadas  de su “carnet de condenado” estampas del exilio abisinio (y de su propio exilio interior) y quiso convertirse desde siempre en otro, destinado a errar en lo inexplorado: comerciante ávido  de riquezas, fotógrafo, traficante, empleado de circo, granjero,  amante de una mujer abisinia. “Negro blanco, salvaje espléndidamente civilizado y despreocupado de la civilización”.



Febrero.


Un viento sobre las fauces de la vorágine remolinea por años en las mismas hojas cumanas. Repite desde hace años «Si». Pero yo repito, todas las veces,  « ¡No! » G.B