JULIO

"Al tener que despedirme de un lugar y de una persona me puse a reparar los adioses literarios que me sé, a ver si me podían consolar. De Tasso ("¿Fueron quizá señales de tu partida, /vida de mi vida?") a Bob Dylan ("Adiós es una palabra demasiado grande/ Así que te diré sólo hasta luego"); del Shakespeare de los sonetos ("¡Adiós!/ ¡Mucho te quiero para retenerte!") al Racine de Berenice ("¡Adiós! ¡Piensa, señor, como resuena esta/ despiadada palabra funesta a los amantes!")... 

¿Que he sacado de todo esto? Ningún auxilio, sino la seguridad de que, si bien de nada sirve una venda cuando el dolor es más vivo, el acto mismo de vendarse con las palabras posee alguna virtud de distracción analgésica, como el lamento o el grito o el mordisco en los labios del herido sobre la camilla."
G.B